viernes, 2 de noviembre de 2007

Democracia en papel

La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás –Winston Churchill. La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en democracia puedes votar antes de obedecer órdenes –Charles Bukowski. La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos –George Bernard Shaw. Mucho se ha escrito sobre esta dulce y mágica palabreja llamada democracia. La parte occidental del planeta se rige por ella. La otra mitad hace lo que le viene en gana. Desde los países asiáticos –antidemocracia China o mascaradas democráticas como las de Singapur–, al Medio Oriente que impone el fanatismo islamita, pasando por el continente africano donde sencillamente el diccionario no registra aquel vocablo.Hablar de democracia en el Perú significa referirse a una utopía, a un espectro ubicado a millones de años luz, a algún faro mágico que alucinamos incrustado en el medio del universo. Si democracia es libertad, en realidad vivimos una libertad relativa pues somos libres para ciertas cosas, no para todo. Por ejemplo, ¿acaso tenemos libertad de optar por votar en las elecciones? De otro lado pensar que la democracia es el gobierno de las mayorías acá no tiene lógica. Recordemos que nos gobierna una elite que, para acceder al gobierno, requiere dinero para su campaña electoral. Y pongámonos a pensar que en las elecciones del 2011 es probable que resulte elegido el candidato de Hugo Chávez, de manera que el resultado de los comicios no reflejaría la voluntad de la mayoría de peruanos sino la de Caracas. Quizá de las tres frases que encabezan esta nota la más mordaz y realista sea la del novelista, critico teatral, político –socialista, aunque no revolucionario– y dramaturgo irlandés, George Bernard Shaw, fallecido hace algo más de medio siglo: Democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que merecemos. Sin duda acá hacemos lo posible porque el remedo de democracia que tenemos genere la dosis exacta de complejo de inferioridad y resentimiento –algo que nos caracteriza desde la época virreinal– suficiente para mantenernos gobernados “democráticamente” como merecemos: como mediocres. Es hora de salir del letargo. Primero elijamos bien. Pero en libertad, sin imposiciones como si fuéramos colegiales de primaria, despojados de ese tonto argumento que señala: “el país no está preparado para esta enorme transformación del ejercicio (del voto), por lo que hay que obligar al ciudadano a votar”. En segundo lugar exijamos a los elegidos que gobiernen con mente ganadora, sin complejos, odios ni pasiones, sin tratarnos como ciudadanos de segunda categoría; y que promulguen buenas leyes y las impongan con el rigor necesario. Sólo así podremos hablar de democracia en el Perú.

Tomado de Expreso (30/10/07)